Cuando dejas de ser arte

Redención parte dos

Cuando dejas de ser arte

Dicen que hay una frase escondida en un libro cualquiera esperando a ser leída para cambiar la vida de alguien. Lo que se podría llamar como «señales». 

Y esas señales lo son porque llegan en el momento adecuado. Bien puede ser una conversación aparentemente banal, una película superficial, un objeto desubicado que te encuentras por la calle o la frase de un libro.

La cuestión es, siguiendo con el artículo Redención, que no hay manera de enmendar el pasado. Decisiones que ahora , mirando atrás, no te puedes creer que tomaras tan erradas, que te avergüenzan, te repudian, que en otra persona considerarías imperdonables, y la malísima noticia es que la malísima persona eres tú mismo. Hechos que si supieras de otro alguien harían que te alejaras de él. Pero tú no te puedes alejar de ti mismo y vas a convivir todo lo que te quede de vida con ese peso, esa mala conciencia de la que no puedes escapar, esos recuerdos fatídicos que no puedes cambiar.

El motivo de esta segunda parte del artículo Redención es que, entre la redacción del artículo Redención y este mismo, he tenido la fortuna («señales») de: 

  1. Leerme un libro de Miguel de Unamuno: «San Manuel Bueno, mártir». Y en él, la siguiente frase: «Pensar ocioso es pensar para no hacer nada o pensar demasiado en lo que se ha hecho y no en lo que hay que hacer. A lo hecho pecho, y a otra cosa, que no hay peor que remordimiento sin enmienda. ¡Hacer!, ¡hacer!… Hay que vivir, hay que vivir..».
  2. Escuchar uno de los capítulos del podcast de Álex Kei (es fantástico, lo puedes escuchar en ivoox o en itunes), Él dijo la frase que tanto hemos escuchado: de los errores se aprende.
  3. En el libro «Los 7 hábitos de la gente altamente eficiente» de Stephen R. Covey leí que todos deberíamos escribir nuestro Enunciado de Misión Personal, que es nuestra propia Constitución (como los Diez Mandamientos, que son generales para todo el mundo, pero personalizados) donde apuntaremos nuestros valores inquebrantables por los que nos regiremos en la vida.

    En el momento en que me leí el libro no sabía qué escribir ni tampoco a qué se refería exactamente, y lo obvié. 

Ahora lo sé.

Porque juntando estas tres señales:

  1. A lo hecho pecho.
  2. De los errores se aprende
  3. Escribir nuestro Enunciado de Misión Personal (o nuestros Mandamientos personales)…

…una de tantas noches traicioneras que me despiertan y me ponen en mente aquello de lo que me arrepiento, cogí mi cuaderno de notas y ahí, con la tenue luz de la farola de la calle que entraba por la ventana y un boli de Bic, apunté los terribles errores cometidos, para aprender de ellos en lugar de lamentarme una y otra vez sin poder resolverlos ya (pensamiento ocioso, fuera de mi círculo de influencia); porque lo que queda escrito tiene magia y se puede releer tantas veces sea necesario para no volver a caer de nuevo (de los errores se debe aprender; y aunque confieso que me da miedo releer mis propias historias de miedo, debo hacerlo); porque el Enunciado de Misión Personal (Mandamientos personales) es flexible y ampliable (lamentablemente voy a seguir cometiendo errores, que espero sean nuevos y no reincidentes, y esta vez, más leves); porque yo soy la reina de los apuntes, tomo apuntes de todo, y sin embargo jamás había tomado apuntes de mis errores de la vida, que son los apuntes más importantes que debería haber tomado nunca. 

Y así es como he «resuelto» el terrible problema que es el remordimiento de conciencia. Técnicamente no tiene solución, pero hay que seguir viviendo y haciendo bien para redimirse; aunque los huesos estén atravesados de por vida, hay que seguir.

Redención y arte

Yo soy Gema Vicedo y esta es mi búsqueda de redención.

2 comentarios en “Redención parte dos”

  1. Muy buena reflexión Gema, es más. Añadiría que en el aprendizaje de tus errores cuando consigues tomar la decisión acertada después de la fase de la frustración es muy importante no culpar a los demás de «la gota que colmó el vaso». La pregunta sería ¿Qué he hecho yo para provocar a la otra persona este comportamiento «x» que tan poco me gusta? Puede que no nos agrade el descubrir nuestra sombra, pero la respuesta nos puede ayudar a mejorar una nueva situación o relación futura.

    1. Sí así es, aunque no pensé en terceras personas cuando redacté este artículo-confesión. Al contrario, es una admisión absoluta de culpa en toda regla.
      En cuanto a lo que tú te refieres, pienso igual, la culpa nunca es exclusivamente de una persona, aunque según con quién hables la culpa la tiene el otro y el que lo cuenta es la víctima de la historia. En este caso creo que el tiempo ayuda a clarificar la visión de lo que pasó, en cambio, cuando está reciente todo está incandescente y no se atiende a razones.
      Paciencia en todo caso, amigueta, y a aprender de los errores y a seguir mirando al frente, que lo pasado ya no se puede cambiar y aunque sea duro no queda otra que aceptarlo.
      Me encantan tus puntos de vista 😉 Maria muchas gracias por escribirme tu opinión 🙂

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