Tacones vacíos

Tacones vacíos

«He blindado mi puerta 
y al llegar la mañana
no me di ni cuenta
de que ya
nunca estabas.»
Enrique Urquijo.

Pasar de cien a cero. Eso es lo que sucede cuando identificas al amor de tu vida, a tu alma gemela, y de repente, nada. 

Te fuiste, cobijada y confortada bajo las alas de Gabriel y yo me quedé solo, vacío, sin ti; abandonado; sin ángel. 

Separación física que se queda en pacto de almas con la diferencia de que una de ellas, la mía, sigue con su cuerpo y la otra, la tuya, se ha desprendido de él. 

Pacto de almas.

Algún día nos encontraremos, pero en el maldito presente que vivo todavía no es mi momento.

Así que aquí estoy, escribiéndote desde esta parte terrenal, con una cerveza fría en una terraza, mientras que tú estás allí, en la otra parte, en un bar hecho de nubes con un vaso de Coca-cola y cubitos de cielo, mirándome desde arriba con tu sonrisa burlona y seductora.

Dime, qué hago ahora aquí, sin ti. Sin tus besos, tu despreocupación, tu risa embrujadora que me sigue trastornando cuando la revivo en mi recuerdo, tu alma salvaje, tu agua caliente en catarata entre mis dedos, tu esencia vital, tu amor loco, tu tú extravagante.

Echándote rabiosamente de menos.

Ahora soy un lobo solitario perdido, vagando en el bosque de tus fotos. Te sueño, te percibo. Mi cerebro te llama gritando y me estalla el silencio de tu respuesta que me desgarra por dentro. Siento el corazón latiendo a pilas.

A veces abatido.

Otras, enfurecido.

Hundido.

Devastado.

Te fuiste de mí, llevándote toda tu preciosidad contigo.

Dejándome, sobre los que lloro, acariciándolos, tus tacones vacíos.

Ella es Gabriel.

Tacones vacíos

♥♥♥

Está bien sentarse en la mesa, con las piernas plegadas contra el pecho, comiéndote una manzana aunque no te guste, mirar al infinito (el infinito de enfrente es un puchero y platos sin fregar), recordar y sonreír. Yo no sé las otras almas, pero las nuestras tienen la piel caliente y se besan el cuello.

♥♥♥

Gabriel.

Fotógrafo: Óscar Lobejón.

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