Tacones olvidados; tacones renacidos

Tacones olvidados; tacones renacidos

TACONES OLVIDADOS

Poco a poco dejaste de usarlos. Cuando te conocí ibas siempre elevada doce centímetros sobre tus perpetuos tacones. Nunca te cansabas. Nunca me cansaba. Caminabas segura. Me reventaba que me hicieras la contra pero cómo no rendirme, si aunque yo te pasara un palmo te veía tan poderosa.

Dices que sigues siendo la misma, que eres lo que veo, mas yo veía mucho más. No sé cómo explicarlo, no es plano físico. ¿Acaso tú no lo sentías? ¿Dónde está ahora tu poderío? Por más que grites, que me argumentes; no quiero pensar. Quiero sentir. ¿Qué te ha pasado? ¿Fue por mí? ¿Qué nos ha pasado?

TACONES RENACIDOS

Sé que estás con otro. No es porque te rías más de lo habitual, ni porque te sorprenda mirando al infinito con esa estúpida sonrisa. No puedo soportar imaginar que te estés entregando a otro, en cuerpo y en mente. Me haces sentir como un cero a la izquierda, inútil e inservible. ¿Qué pasa? ¿Te gusta más cómo te folla el otro? ¿Es eso? Me estoy volviendo loco, hueco. Estoy expulsado, no me dejas ni tan siquiera estar en el campo de batalla, sin posibilidad de luchar, sólo observando mi propio abandono. Pero lo peor de todo, lo que nunca pensé que llegaría a pasar y lo que me ha matado, es que volvieras a usar tus putos tacones.

Poderosa sobre otro, no sobre mí.

Ella es Gabriel

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